los hijos de la estrella cosida al
pecho,
los desalentados hijos del cáliz y la
escarcha
caminan
con ojos de nieblas
en filas compactas de paso
serenamente vencido
hacia una muerte que ignoran.
Aquí,
donde los árboles no cobijan pájaros
y la tierra está pudriéndose de
hombres,
quedará la memoria
como un incienso intangible,
como una ola gigantesca
del mar de la esperanza.
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